lunes, 3 de enero de 2011

El Speech

Cuando por obra y gracia del espíritu santo y de Roberto claro, aterricé en el piso 18 de nuevo, el único lugar vacío era a lado de Mercedes, para mis adentros pensé: - ¡genial! me tocó a lado de la más bonita del piso, ¿a ver cuántos tipos tenemos aquí sentados queriendo sacar sus contratos y de paso una cena? …

Pero, no pasaron más de dos semanas y en uno de esos días en los que todo te sale mal; te corta el novio, se te poncha la llanta… del coche, (¡porque la de alrededor de la cintura nada más no parece desaparecer!,), y te sale un barro del tipo adolescente justo a la mitad de la frente como el cuerno de un unicornio; Mercedes tuvo el detalle de mandarme un sencillo correo, de esos cadena, que me subió los ánimos lo suficiente como para no cortarme las venas con galletas de animalitos.
A partir de ese día comencé a abrir mi corazón a sus detalles y gestos por lo que no pasó mucho tiempo para considerarla una verdadera amiga. Así, rápido pasaron los meses entre nuestros 15 min. de esparcimiento, programas de radio, confesiones y risas.

A mediados de ese año me fui de vacaciones y en la época en la que estalló el AHN 1 24,000 (como diría la maestra Elba Esther Gordillo) por fin regresé al trabajo. El lugar de mi izquierda, que llevaba vacío poco tiempo, estaba ya ocupado por un “interesante” personaje, más alto que yo… Esta vez pensé: ¡genial! Me sentaron al lado del fulano más galán del piso, ¿a ver cuántas jóvenes casaderas y en edad de merecer tendremos aquí sentadas con el pretexto de un litigio o una notificación?

Decidí no amistar mucho con el individuo, quien parecía ser muy amable e intentar abrirse paso entre el cariño de la gente fácilmente; por lo que no tarde mucho en rendirme ante su personalidad y confiarle mis aventuras o reírnos de sus boberas mientras comíamos chocolate “Constanzo” traído desde su originaria Huasteca Potosina.

Los meses pasaron y recuerdo haber visto, por la posición de los monitores de nuestras computadoras, como a Mercedes le llegaban correos que la hacían sonreír o cínicamente soltar la carcajada limpia para dos segundos más tarde, ver como le llegaban correos a Osvaldo que lo ponían nervioso solo para contestarlos inmediatamente con lo que parecían ser pajaritos y mariposas rosas volando alrededor de su cabeza.
Pero, como yo soy bien conocida por ser ¾ de despistada en esos temas y ¼ de inocente, a menos que se me enfrente directamente, lo deje pasar sin más.

Recuerdo haber comentado durante las largas tertulias que tenía con mi mejor amiga: - creo que hay algo raro entre Meche y Osvaldo, (mejor conocido como el vecino en mi juerga diaria)... como que hay algo entre ellos, pero bueno, supongo será nada…-

Hoy que lo medito, ¡por Dios mujer!... era un rotundo y evidente a la Jorge Arreola: ¡¡ oooovbioooooo sí ¡!

Por fin, un día en las escaleras Mercedes me enfrentó y sin que yo preguntará nada me … mmmm, ¿cómo decirlo?... me soltó la sopa. A partir de ese día me convertí en cómplice del amor… o como diría Melanie, me convertí en la tía Chona, que todo lo sabe y en todo ayuda…

Y a partir de eso, como buenos cómplices, un lluvioso 8 de enero en el que yo lloraba como niña de kinder a la que le habían robado su lonchera y la iban a regañar en su casa; en mi afán de fumar, allí estábamos los tres en la terraza mojándonos nuestros outfits de licenciados corporativos mientras que ambos me abrazaban intentando sanar mis heridas de vida. Recuerdo que la madre de una de nuestras compañeras que también trabaja con nosotros nos vió desde la ventana y se le salieron los ojos de órbita, seguro pensando: ¡ave maría purísima!, ¿a dónde a llegado esta loca juventud?....

Mercedes y Osvaldo son altos pilares de apoyo y sincera amistad, que cuándo siento que no puedo más, me recargo sobre ellos deslizándome hasta sentarme en el piso descansando bajo su sombra mi alma y mi cuerpo hasta que siento fuerzas suficientes para seguir adelante… así de importantes son sus almas.

Por eso estoy aquí de pie, frente a todos ustedes.

Por ese sólo momento, e innumerables más; me di a la tarea de encuestar a los matrimonios que más admiro para poder decirle a mis recién casados favoritos algo coherente el día de hoy; día tan especial de sus vidas en las que comienzan una nueva etapa.

Primero pregunté a mis padrinos, cuyo matrimonio acaba de celebrar 35 años y hasta hace poco los vi en una comida en su casa hablándose cariñosamente el uno al otro con gestos empalagosos como si aún fueran novios. El consejo que me dieron para un feliz matrimonio fue: la admiración. La admiración es una fuente inagotable de amor y con eso se cumplen las bodas de oro, y plata y cobre, esmeralda, perla, chile, mole, pinole y todas esas cosas que se inventa la sabiduría popular.

Después pregunté a mis padres, quienes con todo y sus bemoles hoy se cuidan el uno al otro y se ríen de los malos ratos, añorando los buenos. Cuando le pregunté mi padre respondió: - hay que estar operado del cerebro- y mi madre remató diciendo: - hay que estar enamorados hasta los tuétanos- … Sé que ambos quisieron decir lo mismo. Y ese vecinos, es el segundo consejo: amarse hasta lo profundo de los huesos.

Siguiente pregunté a una de mis amigas, que aunque no tiene mucho tiempo casada, ya que el mayor de sus hijos no pasa de los 6 años, me respondió: - hay que tener la peor memoria del mundo. Hay que levantarse cada mañana olvidando lo que te hizo tu pareja ayer y darle al botón de reset todos los días-. ¿quién lo iba a pensar?, sin embargo es muy cierto, y permítanme agregar que para encontrar el botón de reset, las madres, la familia y los amigos son de gran utilidad; así que no duden en hacer uso de este recurso cada vez que lo necesiten.

Por último pregunté a mi mejor amiga, que aunque no está casada algo tiene que estar haciendo bien porque, como cuándo le preguntan al buen Fabián, su novio, ¿cuánto tiempo llevas con Gaby? él responde: - uuuuuyyyy: ¡Un Buen!- respuesta que le interrogan de nuevo con la clásica pregunta: - pero, ¿qué es un buen? - Por lo que tiene que terminar admitiendo que lleva 8 años de novio y con miras a casarse-
Cuando le pregunté a Gaby ella me respondió: c o m u n i c a c i ó n. Ese es el cuarto consejo, comunicación; cuéntense todo lo que piensen, sientan y hagan; que aunque hay cosas que son muy personales y así se deben mantener; deben ser francos y decirse todo; y aquí exalto la importancia de la comunicación, porque si de por sí los hombre no entienden la mitad de las cosas que les decimos, pues si no nos comunicamos… déjame te digo amiga: receta para el desastre.

Por último y con los créditos que me he ganado, repito, por estar aquí de pie, yo voy a desearles algo. Y ya que nunca he estado casada; permítanme echar mano de algo que no he escrito para elaborar mi deseo.

Cuenta la historia que las virtudes y dones que nos dio Dios jugaron un día a las escondidillas y a la locura le tocó buscar. La pereza, la voluntad, el carisma y la belleza, todos se escondieron en los lagos y en los volcanes, en los árboles y en el cielo, pero el amor… ah, el amor; el amor se escondió en los arrabales, sí entre las espinas.
No se escondió en un hotel 5 estrellas o en la comodidad de su casa; se escondió entre las malditas espinas, podríamos decir que entre San Luis Potosí y Tulancingo. Cuando la locura había encontrado a todos, faltándole sólo el amor, revolvió las espinas en busca de ese escurridizo regalo y al hacerlo rasgo los ojos del amor. El amor gritó de dolor y la locura lo encontró, empero cuando se percató de que le había dejado ciego se comprometió a ser su lazarillo por el resto de los días.

Desde entonces, el amor es ciego y la locura le guía… Y con esto, queridos invitados les pido tomen una copa y se levanten para brindar conmigo por los recién casados con un fuerte salud después de lo que a continuación les voy a decir.

Amiga, vecino: - que la admiración, el enamoramiento, la mala memoria y la comunicación gobiernen la promesa que hoy se hicieron y por sobre todo que la locura guíe su amor en los días por venir. Para que dentro de 30 años, le confiesen a sus hijos su secreto del matrimonio, ¡Salud!-

BICDH
263106

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