miércoles, 18 de agosto de 2010

¿Quién se ha robado mi vino? - By Stela

Érase una vez un par de zapatos, unas patas de gallo cafés; los otros zapatos tipo teni beige. Pedaleaban bicicletas por Paris, ondeaban las luces de la ciudad en busca de por lo menos un perdiz.

Hambrientos y cansadas, los tenis y las chanclas, subieron las escaleras de Mont Mart las unas de vestido, los otros con mucho ritmo. Buscaron un lugar de paz, pero encontraron un mesero mordaz, que atendió malhumoradamente a sus plegarias, trayendo sólo dos piezas de pan.
En realidad, vino era lo que necesitaban y en la tierra correcta estaban… pero alguien se lo había llevado, como en el cuento del queso robado.

El vino adecuado representaba la pasión y la sonrisa, por eso es que fueron a buscarlo; recorriendo aviones que pasaban por Niza, los tenis y las chanclas pararon donde la Mona Lisa.

-¿quién se ha robado mi vino?- preguntaron las chanclas con voz quebradiza.

- no se preocupen – dijeron los tenis- encontraremos su razón de vida. Lloraremos en la torre Eiffel, saltaremos en Campos Elíseos, buscaremos en todas las pizzerías; de arriba abajo haremos filas, limpiaremos el río Sena, a todas las plazoletas iremos, en restaurantes 24 hrs. madrugaremos; hay que correr hasta encontrar el vino, el vino que se nos ha perdido-

Una noche de pesadillas veraniegas, unos zapatos de punta negros sus sueños invadieron:

-Yo soy aquel que me he robado su vino y lo he guardado todo en sus recuerdos; cada vez que piensan que les miro, cada vez que se acuerdan de un niño; allí esta tu vino escondido- dijeron los zapatos a las chanclas.

-¡Devuélvenos el vino!- gritaron las chanclas – ¡era nuestro y enamoradamente lo compartimos contigo!- La chancla derecha sus sentimientos le había dado y la izquierda sus pensamientos otorgado.

Soltó a reír el de los zapatos de ejecutivo y entre carcajadas les dijo:

- poco de eso me ha importado, porque todo se los hemos robado: la razón y la cordura, la seguridad y la soltura. La cosecha entera me he quedado y al resto con el frío invernal he condenado; no hay vid que se salve, de la plaga que son avaricia o el despotismo, con las que yo, el de los zapatos negros, las he mordido -

Con esto dicho, la espalda les dio; alejándose con la elegancia y el conocimiento que les había robado dejando a su paso un olor a vinagre pasado…

A la mañana siguiente, sin cuerpo ni aroma, las chanclas a los tenis su sueño contaron.

- buscaremos en los viñedos- entusiasmaron los tenis, a las pobres chanclas de sueños robados.
Después de pensarlo un rato animaron las chanclas: -¡Vamos! porque el vino nos podrá haber robado, pero no la estrella con la que contamos-


Tomaron el tren a la campiña, a la champagne consultarían; la más añeja de las bonanzas, la alegría y la esperanza. La vieja más sabia de todas, acompañante de generaciones pasadas, que por un moje fue encontrada…
La champagne era un Sra. de aristocrática altura y esbelta figura quien sin dejarles hablar se adelantó a indicarles nuevas aventuras:

-No busquen aquí conmigo al vino, él está en la naturaleza. Tomen la materia prima que necesitan y rían de oreja a oreja; al final del año tendrán, las verdes ramas de un nuevo empezar; con las filas y pasillos del bien que cultivaron, caminarán nuevas lecciones, andarán hacia nuevos amores – dijo la anciana.

- Pero queremos vino, vino tinto, vino rico; del cuál conocemos su sabor y guardamos su olor – dijeron al unísono, las chanclas cafés y tenis color beige.

- El vino es solo un año, un tiempo, una temporada; quien roba el vino y en bodegas o barricas lo guarda, se le condena con la maldición gitana. Hay que vaciar y perder la copa, para poder llenarla una y otra. Vayan y busquen las uvas de una nueva mañana, porque con el toque de mi vara y la ligereza de mis burbujas vaciaré los sedimentos del vino, desharé sus telarañas- y les dio de beber Champagne

Esa misma tarde en el recorrido de regreso la siesta tomaron, a las cavas profundas de sus sueños bellos anhelos llegaron, como cientos de botellas empiladas, sus deseos se multiplicaron.

En la quietud de la estación, las chanclas y los tenis despertaron, pisando el andén con nueva fe rumbo a un forastero sendero se enfilaron. Las noches de verano, a la brisa tranquila pasaron, tomando champagne, el fin de la búsqueda celebraron.

No les importaba ya más aquél que el vino les había robado, no importaba ni el vino, ni su cuerpo, ni sus aromas; a su olvido brindaron, con nuevos amores festejaron. Tres diamantes nuevos las chanclas estrenaron en la pata de gallo su brillo portaron; los tenis más blancos que la misma luna su mejor lado mostraron.

Dos bellos pares de personas sus suelas calzaron y de regreso a México se los llevaron.

Estando en el aeropuerto en la estantería de una tienda, empolvado al vino encontraron, lento su paso apuraron, esta vez a su lado los recuerdos dejaron.

Desde entonces, a sus cortas noches viene su hada madrina de visita. Abre el clóset de los zapatos y les platica:

-Ya no hay ramas marchitas, las uvas este año un buen sabor de boca a los lugareños han dejado. Ayer el rocío de la mañana los racimos ha escarchado, pronto el invierno vendrá con sus blancos brazos de abrazo; las uvas que sobrevivan serán como ustedes: más grandes, más fuertes, más vivas,… más amigas. –

Las chanclas y los tenis con cansancio parpadean, mientras la champagne el sueño les vela; al verles tranquilas dormir, al alba por la ventana se aleja.

EL FIN

Para que el capitalismo o el corporativismo no nos roben el vino; o mejor aún, para que nos salve la champagne con la que soñamos,… todo aquello que representa lo que verdaderamente somos.

BICDH
263186
Mejor tomar café au lait…

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